La
sesión fue como la seda, antes de empezar a jugar tuvimos una divertida charla
para conocernos todos un poco mejor; entre miradas cómplices y bromas el
ambiente se hizo distendido.
Una vez
empezamos a jugar, mi ayudante me proporcionó la sujeción de la cadena para
poder sodomizar a un bello sumiso de ojos penetrantes que se entregó a mí sin
ejercer ninguna resistencia.
Mientras
Libertad torturaba los pezones de un esclavito de lozana figura y semblante serio,
yo me divertía observando a los tres sumisos que me miraban pidiéndome un poco
de atención; que atendí cuando vi oportuno. Mientras, me divertía privando de visión a uno de
ellos, el otro sujetaba la cadena y el restante adoraba mi piel con caricias y
besos. De repente Libertad irrumpió en el juego y le proporcionó unos golpes al sumiso de ojos penetrantes que
mantuvo la erección sin dejar de ver un ápice de disgusto.
Mi
perversión iba en aumento y lo hice notar cuando arrojé al suelo a uno de ellos
y lo hice besar mis zapatos mientras que todos observaban como humillaba a ese
perro maleducado.
Lo
azoté hasta enrojecer sus nalgas y cuando lo hube conseguido agarré a otro para
atarlo y pegarle unos latigazos mas por puro placer.
Así
finalizó el juego. Todos los perritos fustigados y humillados y nosotras dos
felices y triunfantes.